"Esa noche no pudo dormir. Estaba inexplicablemente nerviosa,
iba a volver a verlo. Sólo se habían visto en una ocasión pero ya entonces sus
piernas temblaban como gelatina, sólo esperaba que él no notara su nerviosismo.
Le ocurrió lo que le ocurre siempre que está muy nerviosa,
se la cierra el estómago, es incapaz de probar bocado. El corazón le palpita de
tal manera, que está convencida que todo el mundo puede oír sus latidos. Un
sudor frio le recorre la espalda.
En realidad era perfectamente consciente de que todo eso era
absurdo, pero todo aquello escapaba a su control. Era como ver a ese artista al
que admira por su maravilloso talento, ese actor como la copa de un pino, o ese
cantante que compone todas sus interpretaciones. Pero él no era ningún artista,
no conocido al menos, pero para ella sí era un artista, un mago de las
palabras. Sus trucos de magia la transportaban a un mundo de fantasía donde
todo era posible, donde todo tiene un final feliz. Se sentía como Alicia en el
país de las Maravillas, se topaba con animales que hablaban, con dulces
gominolas o con viajes inesperados. Así era él, sacaba un conejo de su chistera
y ella quedaba embelesada como una niña que va por primera vez al circo.
Aún no sabía lo que iba a ocurrir, tampoco debería esperar
nada, pero su corazón adolescente no podía reprimir lo que sentía. No es que
ella fuera una adolescente, al menos no físicamente. Pero lo cierto es que su
corazón era adolescente, vibrante y con ganas de hacer muchas cosas. Sentía que
los años pasaban y la quedaban tantas cosas por hacer… Ciertamente había hecho
cosas grandes, había logrado algunos de sus sueños, sin embargo siempre tenía
la sensación de que el tiempo se le escurría de entre los dedos como la arena
de un reloj, tic tac.
Y de repente apareció él en su vida con su mundo de magia y
la encandiló, sin ni una sola palabra dirigida a ella. Su pasión por la lectura
hacía que viviera con gran intensidad sus cuentos, ponía voces y caras a los
personajes, participaba con ellos en sus historias y se adentraba en el hoyo
por el que Alicia cayó. El hoyo era cada vez más profundo y llegaba a un mundo
irreal que a ella la hacía soñar.
Y como Alicia, soñó y soñó y se resistía a despertar.
Deseaba continuar en aquel mundo en el que todo era posible con fantásticas
criaturas que la hacían feliz, con sombrereros locos y reinas de corazones y
eso la hacía olvidar que su vida era otra. Y soñó que él pensaba en ella y que
escribía para ella. Y llegó el momento de despertar de ese dulce letargo que la
hacía huir del dolor, y se topó de golpe con la realidad, que resultó no ser tan dulce. Pero en los cuentos los finales son siempre felices, y en este cuento
también. Y es que él escribió un cuento... sólo para ella."
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