miércoles, 27 de mayo de 2015

LLANTO EN SOLEDAD


Mucho ha inspirado la soledad, libros, poemas, canciones, películas... Para algunos temible pero para otros un ansiado placer. Tener una familia grande puede dificultar momentos de soledad, de intimidad, de poder escuchar tus pensamientos y ordenar tus ideas por locas que sean.

Escuchar el silencio en completa soledad o acariciar la atmósfera que te rodea, en tu habitación. O quizás llorar a moco tendido sin que nadie se moleste, sin que a nadie le incomode, sin que nadie te pregunte. Unas veces por falta de soledad y otras por falta de tiempo, sí, para llorar también hace falta tiempo. Vas constantemente con el nudo en la garganta pero tus diferentes obligaciones te impiden llorar, has de mantener la compostura, guardar las apariencias y sonreír mintiendo al decir que todo va bien. Al fin y al cabo tampoco puedes ir contándole a todo el que te pregunta que tienes un nudo en la garganta que casi te impide respirar. 

Y un día llega el momento inesperado de soledad física, porque de la otra es más fácil tener, estar rodeado y sin embargo sentirse solo, por desgracia creo que hay una gran parte de la población mundial que se siente así. Gregarios y apelotonados y sin embargo solos. Buscando calor y sin embargo no dejar de sentir frío. Paradojas de la vida.

Por fin sola, por fin puedo llorar.



Quizás debería aprovechar a llorar
ahora que estoy sola bajo la jamba de la almohada
ahora que nadie me mira ni pregunta
por miedo a la respuesta.

Debería aprovechar a llorar
ahogándome por dentro 
hasta quedar seca y arrugada,
para aplacar las conciencias
de los otros, de los cobardes.

Aprovecharé a llorar
por las cosas que se quedaron 
en el camino, que se perdieron para siempre
por las alas cortadas 
y por las puertas en el campo.

Y lloré al fin hasta dormir mi alma
hasta matar mi sed
de amor, de amar 
y ser amada.

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