viernes, 15 de enero de 2016

UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA

Así se llamaba una entrada que había escrito y después de publicarla me arrepentí y la borré. Demasiado personal, demasiada exposición. Era a modo de reflexión con respecto al año que acabamos de dejar atrás que efectivamente me ha reportado una de cal y otra de arena, debería hacer como mi hermano me ha dicho, hacer con la cal, la arena y el agua una argamasa que repare las heridas y cicatrices que el año nos dejó. Ojalá fuera fácil, sobretodo cuando uno no dispone del beneplácito del entorno para hacer las cosas de otra manera. Y aquí nos disponemos a enfrentarnos a un nuevo año, lleno de propósitos y metas que seguramente se quedarán en el camino. Yo solo tengo un propósito, intentar ser lo más feliz posible a pesar de lo problemas. Bien cierto es que tengo a personas que me ayudan a ser feliz, pero también tengo a esas personas que con sus bienintencionados consejos hacen que sea más consciente aún de la suerte que de repente me ha tocado en la vida, haciendo que todo sea más doloroso aún. Mis hijos y mi nieto son mi más preciado legado haciendo que las cosas, por ellos, se soporten. 
Con uvas o sin ellas un año se nos presenta por delante en el que la vida y la muerte seguirán a nuestro alrededor, las alegrías y los sinsabores, con una de cal y otra de arena.
Os deseo lo mejor a todos, mis fieles lectores, los que me queréis y los que no. Sed felices.

Dicen que son doce
las uvas rojas de la suerte
que colgarán de tu cuello 
mis doce campanadas.
En el colapso de las redes
se cuela "Feliz año, cariño"
que emociona mis manos 
anhelando el calor de las tuyas.
Estamos en año nuevo
en las puertas de la luna
con nuestras iniciales 
de rojo escarlata
el color de la buena suerte
o el color de la condena.
Y habrá más cal
y habrá más arena
pero será nuestro año.